Cada vez que llegamos a finales de año, y ya sea por una cuestión de tradición, costumbre o tal vez de necesidad, algunos solemos hacer un balance de lo acontecido en nuestras vidas durante los últimos 365 días. Y siguiendo dicho hábito, por estos días ando meditando sobre todo lo que me ha tocado vivir a lo largo de estos doce meses, y puedo decir que afortunadamente las cosas malas que pasé han sido gratamente compensadas con acontecimientos buenos, lo que me ha permitido sobreponerme a los momentos difíciles que –como otros muchos- he pasado durante el 2023. Quiero iniciar el nuevo año en paz conmigo misma y aunque lo he intentado constantemente durante el último año, finalmente lo he conseguido, casi a finales pero lo logré, hoy puedo decir que estoy completamente en paz conmigo misma y para mí es lo más importante.
Ya con la mente más reposada y el corazón más aliviado, aunque no del todo curado, me siento mucho más tranquila. Han pasado tantas cosas que si bien aún duelen ya no lastiman tanto, al menos no con la intensidad que lo hicieron al principio, cuando me costó el sobreponerme. Lo que puedo decir (o escribir), y con la mayor convicción del mundo, es que no me arrepiento absolutamente de nada de lo que hecho, y aunque por momentos supe que habían cosas que no estaban bien, tercamente seguí adelante, por ello –supongo- pagué, y hasta ahora pago, ciertamente con creces, las facturas correspondientes.
Pero no únicamente a mí me ha tocado vivir episodios –digamos- tristes, gente muy cercana a mí está pasando momentos más difíciles que los míos, aunque uno siempre cree –reviviendo el ego adormilado que todos llevamos dentro- que lo que nos sucede a nosotros es lo más grande del mundo. Pero no lo es. Los hay que están viviendo situaciones peores que las nuestras propias. Se suele decir que cuando uno pasa situaciones difíciles debemos sobreponernos y mirar hacia delante con resiliencia. Este año me trajo lecciones muy grandes, uno nunca se cansa de aprender, y yo he tomado cada cosa como debía ser. Cuando tuve que llorar, lo hice, tal vez más de la cuenta, pero lo suficiente como para cansarme de hacerlo y –por lo tanto- no llorar más por algo que sucedió, que pasó a ser parte de mi pasado y cuando he tenido que reír, he reído de corazón.
Me hubiera gustado que algunas cosas se dieran de distinta manera -quien no quiere eso- pero finalmente acepté las cosas tal como vinieron a mí, me resigné, primero con pena, rabia y hasta frustración, y luego ya con gallarda resignación, que las cosas suceden por algo y que uno tiene que aprender a aceptarlas así, sin precipitarlas ni forzarlas a nuestra conveniencia. Lástima que no siempre llueva a gusto de todos. Por ende, he aprendido también que uno debe llorar sus penas y decepciones, y reír sus alegrías, sin reprimir nada de lo que llevamos dentro. No está mal que lo hagamos, no está mal que nos pongamos tristes, todos tenemos el total y absoluto derecho de hacerlo, y aunque no lo creamos ayudará a que en determinado momento digamos "basta ya!" y será en ese instante en que tomemos todo aquello que nos lastima y lo arrumemos en lo más recóndito del cajón de nuestros recuerdos, al menos hasta que no afecte más y pueda ser desempolvado sin temor a que nuevamente empañe nuestro corazón.
Si tuviera que nombrar todas las lecciones aprendidas, a raíz de situaciones vividas, creo que este post saldría de más cansado y hasta aburrido. Creo que para un año fue más que suficiente lo que he tenido, lo que he recibido y lo que he dado.
Para finalizar este año, ya que este será el único post del 2023, solo hay una cosa más que quiero deciros: sepáis que en esta vida todo lo malo pasa, que cuando creemos que lo que nos sucede es lo más triste del mundo, cuando de un solo golpe nos arrancan, pisotean y destruyen nuestro corazón, es bueno recordar que el tiempo puede curar todo aquel dolor, en algunos casos tal vez demore en unos más que en otros, pero pasa, en la vida todo pasa.
Espero mucho de este próximo año, quiero que sea mejor, que sea distinto, y pegaré muchas patadas para que sea así.
Seamos felices, no dejemos que los golpes de la vida nos dañen el alma y el corazón, vivamos, amemos... pero sobretodo, no odiemos.
De todo corazón os deseo que el nuevo año nos traiga salud, felicidad y muchos momentos buenos, que los malos momentos que pasemos -porque probablemente los habrán- los podamos superar, que vivamos en paz y armonía y, ¡como no! que sigan creciendo nuestras colecciones. Feliz año para tod@s.
Yo tampoco estoy en mi mejor momento. Me identifico con mucho de lo que has escrito.
ResponderEliminarConfiemos que este año será sin duda mejor.